The Roses


Las pinturas murales de Diego Rivera en el Palacio del Gobierno, en el corazón de la capital mexicana, cuentan las crueldades de explotadores codiciosos y sin escrúpulos. Monjes que traen la salvación eterna, como dicen irónicamente ellos mismos, sacerdotes y obispos de la iglesia católica enviados por Dios, e inmigrantes despiadados violan y asesinan ese país exuberante y a sus habitantes indefensos. Los brillantes colores de Rivera fingen un Paraíso, pero en sus detalles se esconden brutalidades que recuerdan el fresco de Taddeo di Bartolo "El Juicio Final", en la catedral de San Gimignano en la Toscana. Mi viaje en marzo de 2004 me llevó a México – el país donde vivieron Concha Michel, Tina Modotti, José Clemente Orozco, Diego Rivera y su mujer Frida Kahlo – para descubrir y escuchar la música de su mundo y hacer los »Cuadernos de México«, una película sonora del viaje. Me interesaban los cuadros curiosos y enormemente personales de Frida Kahlo sobre su dolor, su amor y su país, que Mariko Takahashi me había revelado hacía más de diez años, aunque ese arte pictórico de aspecto ingenuo me resultaba hasta entonces extraño. Por Frida Kahlo descubrí a Tina Modotti y, de esa forma, una fotografía de la cantante Concha Michel. De todos esos artistas hay casi innumerables obras de referencia, diarios, películas, biografías y exposiciones, pero las huellas de Concha Michel se han borrado prácticamente. En la biografía de Tina Modotti de Margaret Hooks hay algunos pasajes en que se la nombra. Sin embargo, mis conversaciones con la famosa Chavela Vargas, que al parecer conoció a Concha Michel, son poco reveladoras, y otros músicos mexicanos conocen también a Concha sólo de nombre. Durante años resulta desesperado querer averiguar más cosas de esa artista, y mi continua búsqueda me lleva a Lisboa, en donde el partido comunista expone fotografías de Tina Modotti en la galería de un taller, pero sin datos ni información alguna sobre Concha Michel. En París exhiben obras de Frida Kahlo, pero tampoco allí conoce nadie a Concha. La cantante Susanna Harp – en cuya casa se rodó la película “Frida Kahlo” – había oído hablar de ella, pero no tenía nada sobre su música, ninguna grabación, sencillamente nada. La foto de Tina Modotti de 1928 muestra a Concha Michel con el cabello recogido atrás; lleva un sencillo vestido, sus ojos miran la guitarra que tiene en la mano, toca, parece tranquila y llena de vitalidad. Concha Michel interpreta canciones revolucionarias en el vernissage de Tina Modotti el 3 de diciembre de 1929, en la Biblioteca Nacional de México. La exposición se convierte en un acto de protesta, y el dirigente estudiantil Baltasar Dromundo y el muralista y comunista David Alfaro Siqueiros, personalidad importante en el México de los años 20 y 30, toman la palabra en el acto final. Yo confío en encontrar en México algo de Concha Michel o sobre ella, pero mi viaje no me aporta nada nuevo, de manera que renuncio y, en el viaje de vuelta a Múnich, me despido del misterio insoluble de Concha Michel. Ya en Múnich, me invita a comer Miguel Sáenz, un amigo mío de España, traductor de Thomas Bernhard y Günter Grass, otra vez surge Concha Michel en la conversación y, de forma totalmente inesperada, resulta que Miguel Sáenz conoce caminos que podrían llevar a Concha Michel. Alfredo Michel Modenessi – obsesionado por la literatura como Miguel Sáenz – vive en México y es pariente de Concha Michel, en lo que Miguel Sáenz confiaba cuando se puso en contacto con él; y por su mediación, y gracias a la generosidad de Olga Martha Peña, llegan a Winter & Winter en Múnich las partituras largo tiempo ansiadas y la colección de "Corridos Revolucionarios", con las canciones "El Niño Proletario", "Los Agraristas" y "Unión", y fotocopias del libro que lleva el título "México en sus Cantares": una colección de canciones de Concha Michel, que contiene "Delgadina", "Arrullo", "La Adelita", "La Valentina" y "Las Golondrinas", y otras más. Concha era de una familia acomodada, la echaron de su colegio de monjas porque prendió fuego a una imagen religiosa de la capilla, y sus simpatías por los débiles y los indefensos la indujeron a enfrentarse con las estructuras de poder de las clases acomodadas de México. El entorno de Diego Rivera la atrae; Lupe Marín, la segunda mujer de Rivera, presenta el pintor a Concha, y Concha conoce también a Frida Kahlo; en una foto que muestra a la famosa artista en su última exposición de 1953, tendida en una camilla, aparece detrás Concha Michel, que entonces tenía 54 años. Su amistad ha resistido el paso de los años. Sin embargo, además de a Frida Kahlo, Concha está sin duda muy estrechamente unida a Tina Modotti. Las dos sirven de modelo a Diego Rivera y en 1932 viven juntas en Moscú. Concha Michel se ocupa allí de los problemas feministas, se compromete con vehemencia en el fortalecimiento del papel de la mujer en la sociedad, y apoya igualmente el movimiento obrero y la lucha contra la explotación de los desposeídos. En su opinión, el cambio social sólo puede producirse en su totalidad y no parcialmente. Sus canciones hablan de mujeres, de trabajadores, de revolución, de campesinos y de su país. Los trabajos de Tina Modotti – que aprende su técnica fotográfica de Edward Weston, a quien sirve de modelo – tienen contenidos semejantes, también ella se siente vinculada a las ideas revolucionarias, y por eso un parentesco espiritual une a esas dos mujeres extraordinarias. Viven en una época excitante y en un lugar especial, en donde André Breton visita a León Trotski en casa de Diego Rivera y redacta su manifiesto "Por un arte revolucionario independiente". Hoy la casa y el cuarto de trabajo de León Trotski, la "Casa Doble" de Frida Kahlo y Diego Rivera, el mercado pintado por Isamu Noguchi y los murales de Rivera en el Palacio de Gobierno son lugares de culto, a los que peregrinan los burgueses de la cultura para poder ver los sitios en que, en otro tiempo, vivió la élite artística mexicana.

Todo el paquete de partituras y libros de Concha Michel vuelve a México, a Salvador "El Negro" Ojeda, al que conocí y aprendí a apreciar durante mi estancia en el país. "El Negro" encarna la voz de México, y con el guitarrista José Luis Santiago trabajó ya en la producción del CD los »Cuadernos de México«. También el grupo Al Golpe del Guatimé, con Teresita de Jesús Islas de Gutiérrez y José Ángel Gutiérrez, está dispuesto a escuchar los »Cuadernos de México«, y Mariko Takahashi sabe que "El Negro" y José Ángel Gutiérrez han trabajado antes y decide enviar al grupo las partituras. Patrick Duval, de la organización cultural "Musiques de Nuit" de Burdeos, conoce el proyecto de Concha Michel desde los años de aquella búsqueda sin éxito, y es para él un honor especial invitar a Burdeos a "El Negro", José Luis Santiago y al Grupo Al Golpe del Guatimé, a gin de que interpreten música en memoria de Concha Michel y Tina Modotti. Los músicos acogen la idea del proyecto con entusiasmo: también ellos habían oído hablar sólo de Concha Michel antes de que llegaran las partituras. Se sienten imbuidos por el espíritu de Concha, y esos músicos y el pequeño equipo de grabación de Winter & Winter se reúnen en julio de 2005 en Burdeos, para grabar el álbum »Las Rosas«. El segundo día de rodaje llega la noticia de que el padre natural de José Ángel Gutiérrez ha muerto en México; se está a punto de interrumpir la grabación, pero José Ángel quiere quedarse, cantar y tocar las canciones de Concha Michel con su mujer Teresita, con José Luis Santiago y, sobre todo, con "El Negro", porque – con gran sorpresa por mi parte – resulta que José Ángel Gutiérrez fue criado por "El Negro", cuando, en casa de sus propios padres, se le negó un lugar. Así pues, su verdadero padre está con él en Burdeos... ¡una coincidencia feliz! Las canciones hablan de México. El amor a ese país y a la justicia une a todos los artistas, desde Frida Kahlo a Concha Michel, pasando por Tina Modotti, y de Salvador "El Negro" Ojeda a Al Golpe del Guatimé, pasando por José Luis Santiago, y por eso parece casi normal que José Ángel Gutiérrez, que es abogado de profesión, se ponga del lado de los desheredados, de hombres como los que pueden verse en los frescos del Palacio del Gobierno de México, que necesitan ayuda y apoyo para no ser aplastados por los poderosos.

 

- Stefan Winter (Traducción: Miguel Sáenz)

 

 

 

 

 

 

 


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